Todos los niveles asistenciales resultan imprescindibles en su medida y proporción. Sin embargo, se identifican condiciones y tendencias que pudieran estar contribuyendo al desequilibrio y en consecuencia, al peor funcionamiento del sistema sanitario.
La preferencia del libre acceso, la especialización y la innovación tecnológica, la comparativa reducción presupuestaria y la fragmentación de la Atención Primaria, la carencia formativa referente a la medicina de familia en las universidades, la precarización laborar y el cierre de consultorios rurales son algunos ejemplos que reflejan un progresivo y preocupante agravio. (9)
Según el estudio publicado por Kringos et al. la deriva de la Atención Primaria en los distintos países guarda relación con el posicionamiento ideológico de sus gobiernos, y también con el contexto cultural y los valores y las preferencias de la sociedad (10).
Fortalecer la medicina de familia pudiera conllevar no sólo la implementación de las medidas y las políticas oportunas, sino también el acercamiento de nuestra labor y sus implicaciones a la población general. La evidencia disponible parece respaldar las virtudes de la Atención Primaria, pero ¿hasta qué punto lo hacen nuestros pacientes, estudiantes, residentes y compañeros?