Si no existiese en Europa un país en donde se paga una contribución para disfrutar de la luz del día, podría causar maravilla el ver que en América se considera como propiedad del rey de España aquella capa de nieve que cubre la alta cordillera de los Andes.
Alexander von Humboldt. Ensayo político sobre el reino de la Nueva España
Así se asombraba el científico prusiano en una de sus expediciones por las propiedades americanas de los Borbones españoles a propósito del impuesto real que se aplicaba a la nieve, ya que ésta era un producto de lujo para enfriar las bebidas y refrescos de las clases más adineradas. Si en los primeros años del siglo XIX era insólito la tasa sobre los neveros que, inmanentes, permanecían en el continente desde hacía milenios, ¿cómo de insólitos son hoy los precios que sobre determinados productos -tan necesarios o más que la nieve andina- se imponen también con voluntad regia?
Eso es lo que se pregunta la Cátedra Universitaria Extraordinaria ‘Derecho a la salud y acceso a medicamentos’ de Farmamundi en la Universidad Complutense de Madrid en el curso que recientemente ha organizado en el marco de los Cursos de Verano de la UCM a propósito del precio de los medicamentos y al que tuvieron la amabilidad de invitarnos a acudir.

La indescifrable factura de los medicamentos. Adaptado de la ponencia de Irene Bernal durante el curso.
			
¿Por qué? Hace un año se aprobó el Real Decreto-Ley 7/2018, que prometía restituir la cobertura universal a nuestra sanidad. Sin embargo, lejos de blindar el derecho a la salud, este decreto ha consolidado y endurecido la exclusión sanitaria: las personas que no puedan demostrar llevar 90 días en el país no son atendidas, a personas con residencia legal se les niega la tarjeta sanitaria y ni siquiera existen excepciones para embarazadas, menores, situaciones de urgencia, problemas de salud pública o violencia.

Érase una vez un barrio muy barrio. Muy grande muy bonito. Muy auténtico muy gitano. Muy hippie muy artista. Un barrio cargado de historia(s) para arraigarse y ser propio. Para tener identidad, y cuerpo, y sobre todo alma y vida. Este barrio tenía un centro de salud que, como él mismo, tenía su fuerza propia. Tenía tanto duende este centro, que atraía a gente de todas partes, que querían, soñaban, peleaban por estar en él, y que venían desde 385 ó 853 km para empaparse de su sabiduría, de sus formas y andares. Este centro, un día, sufrió cambios, muchos cambios, que podrían haberlo hecho grande grandísimo, pero… por cosas de la vida, decisiones sopresudas, sorpresivas, no tan repentinas, conclusivas, empezó a quedarse vacío, hueco. Con faltas que hacían que la gente del barrio, del barrio muy barrio notaran que algo gordo estaba pasando. Que su salud, su confianza, su fe ciega en el que siempre está, empezara a flaquear. El barrio, cargado de historias,


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Este año se ha reeditado la experiencia, con resultados igualmente satisfactorios a los del año pasado. El equipo docente de la Facultad ya incluye en su programación, que los MIR de Granada impartan un seminario sobre Salud Comunitaria en su asignatura Atención Primaria orientada a la resolución de problemas.

Las ponentes (42 en total, muchas de ellas de Madrid) nos ayudaron a reducir mucho los gastos ya que toda su aportación fue no remunerada, rechazaron el pago del alojamiento y su transporte solo supuso 381,15 €. Estaban invitadas a asistir gratuitamente al congreso y a los talleres donde quedaran plazas, y les agradecimos toda su ayuda con comida y un pequeño regalo con un coste total de 1192,3€. Queremos agradecer nuevamente la participación altruista, sin ellas el congreso habría sido imposible.