Episodio crítico I: los dos primeros no puedo
Ésta ha sido mi tercera guardia. Aunque seguimos siendo residentes mochila y todas las pruebas y tratamientos han de pasar supervisión del adjunto de turno, los pacientes los vemos nosotros de principio a fin y si está bien historiado el médico adjunto ni se pasa a verlo.
La última de mis pacientes antes de irme a cenar era mujer rumana, que venía son su marido por el mismo problema que ella, un dolor de muelas insoportable y claros signos de inflamación de encías. Su boca era un desastre, entre ella y él no juntaban ni la mitad del número total normal de muelas, y las que tenían todas en un estado deplorable, esas bocas no habían conocido un cepillo de dientes. Claro está que tampoco habían conocido algo más que costara 3 euros ni estaban acostumbrados a masticar todos los días.
La mujer venía con gran dolor, de irradiación típica hacia zona temporal que no le dejaba dormir. No tenía signos claros de absceso pero sí era evidente una infección. Enantyum IM para el dolor y prescripción de antibiótico durante una semana (que mejorarse el nivel educativo, cultural y económico para una mejor higiene bucal es algo que se escapa de la consulta de urgencias)
Firmo yo, firma mi adjunto y les despido con el informe de alta. Mientras hace como que sale del box el hombre me para y me dice que ella no tiene papeles y que por lo tanto no puede sacar de la farmacia lo que yo le recomiendo y su médico de Atención primaria tendría que prescribir.
Sabía lo que me estaba diciendo pero tardé unos segundos en reaccionar. En este momento en España a todo inmigrante que no tenga papeles y que no sea menor de edad o esté embarazada sólo se le atenderá, acorde a la ley, en urgencias e, incluso, en varias comunidades pero no en ésta (Murcia), se le pasará una factura por el cobro de su episodio urgente. De tal modo que no tiene derecho visitar a su médico de atención primaria, que es quien se encargará de tratar los episodios crónicos (diabetes, problemas cardiacos, hipertiroidismo…) y el 90% de los episodios agudos. Es quien regularía que el uso de la atención especializada hospitalaria y de urgencias se haga de manera correcta y cuando se necesaria.
Yo en urgencias podía ponerle la primera dosis de antibiótico, pero no las restantes cada 8 horas durante 7 días.
Le pregunté a mi adjunto que qué podíamos hacer. Él me respondió que eso no era problema de urgencias así que volví frente a los dos pacientes sin todavía saber qué decir. Fueron mis primeros “Lo siento, no puedo”.
Volví a casa y me repasé los datos.
En este contexto, unas semanas después recibí el curso de Atención a grupos poblacionales de riesgo.
Asunto peliagudo es evaluar por quien has de ser evaluado, sobre todo cuando la capacidad punitiva se encuentra en el otro lado, y sé que de momento este portafolios me está quedando muy crítico en el comienzo (prometo cambiar al avanzar estas páginas) pero, y supongo que condicionado por el episodio que he comentado anteriormente, no puedo expresar sino mi descontento con dicha ponencia.
El temario se redujo a la enumeración de pruebas complementarias que había que solicitar a una persona migrante, migrante pobre, para evaluar su estado de salud inicial. Haciendo hincapié en el mantoux para el diagnóstico precoz de tuberculosis, hemogramas y hemocultivos, gota gruesa y fina para diagnósticos de malaria, valoración de anemia, serologías de virus de hepatitis , CMV, Chagas, Toxoplasma, rubeola, parásitos en heces y orina, así como control de vacunas, fiebre tifoidea, lesiones en la piel micóticas, inflamación ganglionares, etc. Así como realizar una historia clínica minuciosa tanto personal como familiar, junto con la de sus compañeros de trabajo y de casa (posiblemente hacinada en casos más desfavorecidos).
Por supuesto, todas éstas premisas de actuación sin importantes (algunos con más fundamento y otras con menos) y han de formar parte de un curso de atención de grupos poblacionales con factores de riesgo pero se encuentra totalmente corto y desactualizado si se explica lo mismo que hace unos años cuando la situación es claramente distinta.
Para empezar, y algo que ni se comenta en el curso, el inmigrante desregularizado en este momento no puede ser oficialmente atendido por el médico de primaria salvo para tareas de urgencias, esté embarazada o sea menor de edad, por lo que limita enormemente las tareas mencionadas en la actividad. Y no sólo eso, no explicar, o por lo menos mencionar, la barrera asistencial generada por el decreto ley impide que nosotros como residentes podamos decidir actuar en consecuencia. De todos los factores de riesgo que sufren los inmigrantes pobres en nuestro país se dejó de lado el más importante de ellos, hemos casi cerrado la puerta a su asistencia sanitaria. No hablar de esto es volver a tachar la palabra comunitaria de nuestra profesión.
Además, los grupos poblacionales no son únicamente inmigrantes, muchos españoles están siendo desahuciados de sus casas, viven de la pensión de sus padres o abuelos, se eliminan las ayudas para la dependencia, etc. Y eso factores de riesgo son mucho más peligrosos que la HTA, aunque también ésta haya que tenerla en cuenta.
A modo de ejemplo dos frases que podrían dar para un caso crítico en sí. Una de una madre hablando de su hija, sobre que está adelgazando mucho. “Será porque hasta que cobre no le puedo dar en el desayuno lo que necesita, sólo harinas, arroz…”
O “Yo ya es que no doy abasto, él no trabaja y yo ya hay cosas que no me tomo por no pagarlas”. [Mientras le dice al médico que si puede poner en la receta que salga más barato (como pasando de un TSI a otro)].
Moralmente me parecía injusto lo que vi en aquella urgencia, pero tras leer el Volumen 31 de la Colección de Estudios Sociales: Inmigración y estado de bienestar en España de la Obra Social “la Caixa” el excluir de las prestaciones del SNS también me parece económica y sanitariamente reprobable.
Escribo aquí algunas citas de dicho informe.
El 12,17% de la población de España, más de 5,7 millones de personas, es inmigrante. Nuestro país se ha convertido en el segundo Estado miembro de la Unión Europea por número de residentes extranjeros.
Menos del 1% de los perceptores de pensiones son extranjeros (de ellos, más de la mitad son europeos). A su vez, se calcula que la alta tasa de actividad de los inmigrantes contribuirá a retrasar en cinco años la entrada en déficit del sistema de pensiones, además de frenar el envejecimiento poblacional.
Los inmigrantes consultan un 7% menos al médico de cabecera y un 16,5% menos al especialista, aunque recurren un 3,2% más a los servicios de urgencias. Actualmente la proporción del gasto sanitario que absorben equivale a poco más del 5% del total.
El 30% de los inmigrantes en España son pobres, frente al 18% de autóctonos que se encuentran en esta situación. No obstante, sólo un 6,8% de las intervenciones de los servicios sociales se dirigen a la población inmigrante.
El 50% del superávit de las finanzas públicas en los años de mayor crecimiento correspondió a impuestos y contribuciones sociales aportados por la inmigración. Sin embargo, la crisis ha castigado duramente a estos colectivos, que en la actualidad sufren tasas de desempleo superiores al 30%
Más de la mitad de los españoles percibe al inmigrante como un competidor en el acceso a prestaciones y servicios sociales. Los autores advierten que estas actitudes pueden aumentar en las próximas dos décadas, con el envejecimiento del colectivo y el incremento de las peticiones de ayudas y servicios.
El informe señala que la concentración de la inmigración en determinadas Comunidades Autónomas, municipios y barrios introduce desajustes en la distribución de recursos fiscales entre distintos niveles de la administración del Estado. Esto provoca también incrementos localizados de la demanda de prestaciones y contribuye al deterioro de los programas de protección social.
Texto: Carlos Navarro, residente de MFyC en el CS La Flota, Murcia
Viñeta: Julia Campello, residente de MFyC en CS Jun, Granada