SAL.
La mujer-madre-esposa responde por el nombre del marido en la sala de espera, entra por su análisis o su medicación. Escucha estoicamente los consejos sobre la alimentación que debe hacer su marido o sobre que no debe fumar y piensa “tendré que empezar a cocinar sin tanta sal” o “me toca insistirle en que no beba; con el poco caso que me hace; espero que no me levante la voz”. Yo, la médica del señor ausente, pienso ¿por qué narices tiene que responsabilizarse esta mujer del niño chico que tiene por marido? Y me empeño en que sea él el que se ocupe de su salud; con alguna advertencia del tipo: “La próxima vez tendrá que venir él. Usted puede ayudarle pero, es él el que tiene que hacerse cargo.” Llegadas a este punto algunas mujeres-madres-esposas me miran contrariadas, otras me sonríen con una mueca de alivio.
En otra ocasión, la mujer-madre-esposa llega con el marido. Al ir a explorarlo, le digo que se quite los zapatos y los calcetines. Ella se levanta cual resorte. Ahora no puedo (o ¿no quiero?) callarme y pregunto seca: “¿es que él no puede?” Se quedan cortados, pero al rato, cuando le estoy explicando la medicación o cualquier otra cosa, el hombre-hijo-esposo me dirá: “Eso explíqueselo a mi mujer, que es la que lleva todas esas cosas”. Pasados unos días vuelve sola y me deja caer: “Es que lo he acostumbrado muy mal.”
Y pasan los días, la mujer-madre-esposa me expresa lo agotada que está de cuidar a un marido alcohólico. Yo lo sé. La he visto venir muchas veces sin él por la medicación, con él por los dolores o buscando un centro de deshabituación. Sé, porque lo viví cuando vino vomitando sangre de tanto beber, que la familia de él la culpa de no hacer lo suficiente. Yo le refuerzo que ella no está obligada a cuidar. Y en cambio hoy, cuando me llegan los consejos de la nutricionista por los edemas en las piernas de él; la miro a ella y le digo que ha de cocinar sin sal. Ella me mira; realmente me siento una traidora; y me contesta: “yo siempre cocino sin sal”. Entonces es él, el hombre-hijo-esposo, el que se disculpa sin voluntad de cambiar nada: “Es que sin sal no sabe a “ná”.”
«María Sempere». Médica de familias y comunidades en la Sierra de Segura.
Ilustración por: Julia Campello Coll, Residente MFyC en Jun, Granada
Real como la consulta diaria
Extrema sensibilidad al contarlo
Enhorabuena
[…] podido leer textos e historias del día a día que nos han acompañado en nuestras reflexiones. En La Cabecera publican un escrito de María Sempere (acompañado por una maravillosa ilustración de Julia […]
[…] centrado en Atención Primaria. Por cierto que a los que os interese una perspectiva de género, el último post de La Cabecera es sobre por qué socialmente se considera que los ciudadores de los pacientes son las mujeres: […]