La financiación comercial de la formación médica continuada (FMC) ha crecido incesantemente en las últimas décadas, llegando a suponer en muchos países más del 60% del presupuesto total destinado a dicho fin[1]. En este sentido, resulta cada vez más preocupante la fina línea que se dibuja entre marketing y formación. Los mensajes publicitarios se alejan de la necesaria imparcialidad y rigor a la hora de evaluar las diferentes opciones diagnóstico-terapéuticas de nuestra práctica clínica[2], perjudicando la calidad de la (in)formación.
La dependencia económica entre los proveedores de la FMC y la industria continúa fortaleciéndose y configura un panorama en que los profesionales de la salud han perdido el control sobre su propia formación[3]. Sin embargo, muchas voces plantean la necesidad de un cambio de modelo[4][5][6][7], y nos unimos a ellas.
Dado que las actividades de formación precisan de recursos económicos y humanos, la financiación del I Congreso de la Cabecera fue desde el inicio un ámbito de interés y discusión. Compartimos, a continuación, los detalles y el desglose presupuestario del Congreso, en un necesario ejercicio de transparencia.
Así mismo, invitamos a las sociedades científicas (y, en concreto, a las vinculadas a la Medicina Familiar y Comunitaria) a que hagan también público el balance económico de sus congresos.